sábado, 9 de abril de 2016

ARTÍCULO DE CORTE SOCIOEDUCATIVA


HAY QUE IMPORTAR, PERO NO DOCENTES, SINO POLÍTICOS, AUTORIDADES, GOBERNANTES… 

Dr. Gerardo Roa Ogando

Coordinador Cátedra de Lingüística de la UASD
 

Desde el año 2012 hasta el presente, el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) y la Asociación de Empresas Industriales de Herrera y Provincia Santo Domingo (AEIH) han estado proponiendo “que se contraten educadores extranjeros calificados para suplir las necesidades inmediatas de la educación nacional”. Por supuesto que esta pretensión es irresponsable y oportunista, puesto que quienes en el país tienen una pizca de racionalidad saben muy bien que el problema de nuestra educación no es de nuestros profesores, sino que es del Estado Dominicano, un estado concebido para que no funcione, para que la educación sea deficiente desde arriba hacia abajo y para que no exista seguridad ciudadana en casi ninguno de los órdenes.

Aunque es justo reconocer los esfuerzos que ha venido haciendo el actual presidente de la República Dominicana, para dignificar la calidad de vida de los docentes, estos aún son insuficientes, puesto que los educadores dominicanos siguen siendo utilizados como jornaleros, como cumplidores de un horario, como echadores de días, y no como investigadores, como lectores asiduos ni como libres pensadores. ¿De qué tiempo disponen los profesores dominicanos para leer y reinventarse y en cuáles Bibliotecas? ¿Es suficiente un solo empleo para un docente que necesita cubrir todas las necesidades básicas de sus hijos y las propias? ¿Cuentan los docentes dominicanos con un seguro social digno? ¿Pueden los profesores dominicanos propiciar condiciones adecuadas para el aprendizaje con un aula compuesta por cincuenta y sesenta estudiantes de antecedentes sociales disímiles, producto de la exclusión social que caracteriza nuestro país?

Hace un mes estuve de visita en la Universidad de Sevilla (España) invitado a observar la disertación doctoral de mi esposa. La estadía me dio la oportunidad de visitar Bibliotecas, Librerías, Escuelas y, sobretodo, me brindó la oportunidad de conversar sobre el tema de la educación europea con los docentes de la Universidad de Sevilla, quienes en su momento fueron maestros de la educación preuniversitaria española. ¿Cuántas horas trabajan los docentes españoles a la semana? “Seis horas frente al grupo. El tiempo restante es para investigar, leer y asesorar investigaciones”, respondieron, entre otras cosas, los seis docentes con quienes almorzábamos. ¿Y es suficiente trabajar solo seis horas para vivir dignamente? “Aquí ganamos, dependiendo de la categoría, entre 2000 a 2500 euros”. Tomé mi calculadora, y en unos instante les dije que esa cantidad era equivalente a RD$ 104,000.00 y RD$ 130.000.00 pesos dominicanos, respectivamente. Entonces, uno de ellos me preguntó que cuánto más o menos ganaba un docente universitario en Rep. Dom. Le respondí que, igualmente, dependía de la categoría profesoral y de la cantidad de secciones de clases. Que para poder acercarse a cien mil pesos tenía que trabajar cuarenta horas de clases a la semana. Esto, por supuesto, fue recibido con mucho asombro. Una maestra dijo: “pero eso no es educación, y ¿a qué calidad educativa aspira ese país?”.  

Lo que he pretendido ilustrar con la conversación sostenida con estos profesores de Sevilla, es que el problema de la educación nacional no está en los profesores, sino en el Estado Dominicano. No hay que ser muy inteligente para saberlo. De lo contrario ¿trabajarán los docentes extranjeros bajo las mismas circunstancias que trabajan los dominicanos (cuarenta horas de clases, sueldo cebolla, viviendo en un barrio bullicioso, sin tiempo ni condiciones favorables para leer? 

Si no los van a traer bajo las mismas condiciones, en todos los órdenes, queda claro que el interés no es transformar la educación dominicana, y que en el país sí hay dinero para pagarles a ellos mucho dinero. Antes me había preguntado: ¿Es posible traer pingüino al Caribe y, por ello, suponer que nuestras Antillas Mayores se convertirán en el Polo Norte? (A propósito, se dice que Trujillo trajo al país camellos, pero no soportaron las hostiles condiciones y murieron).

Hablemos ahora de la seguridad social que ofrece el Estado dominicano a los docentes, y a todos los ciudadanos. El gobierno engancha –no educa para ello – a La Policía y a La Guardia a un ciudadano común, en la mayoría de los casos con muy baja formación ciudadana. Le asigna un arma de reglamente y un sueldo menor a cinco mil pesos mensuales. Paradójicamente, ese nuevo policía tiene una mujer, a veces mujeres e hijos. ¿A qué lo está mandando en Estado? Hice esa pregunta a un grupo de cuarenta alumnos de la UASD y todos sin excepción alegaron que “es imposible que una persona honrada pueda decidir engancharse a militar. Solo si es delincuente lo haría para poder conseguir el pan, para poder vivir atracando con su arma, o alquilándola a otros delincuentes para que le paguen un porcentaje”. ¿No es a esto que se debe que en múltiples ocasiones cuando ocurren atracos y grandes tumbes se mencionen a militares de alto y bajo rango? ¿A cuántos maestros y alumnos les han arrancado la vida los delincuentes? Incluyendo los delincuentes políticos, de poder, a propósito del vil asesinato del ex Rector Dr. Mateo Aquino Febrillet, hace menos de un mes, un hombre de paz.

¿Entonces la educación dominicana no funciona porque nuestros docentes son deficientes? Claro que no. El docente dominicano es mago, porque en medio de tantas incoherencias sociales y académicas funciona como puede. Es el Estado el que no funciona y son nuestros políticos, quienes nos gobiernan, los deficientes, los pusilánimes y los permisivos, violadores de la ley y constructores históricos de un Estados fallido, porque no les importa el futuro de su país, les encanta el desorden porque sacan provecho económico de forma inmediata de este.

En conclusión, hay que importar, pero no docentes, sino políticos y gobernantes. El país es deficiente porque quienes nos gobiernan, quienes nos dirigen, son deficientes en grado superlativo.