HAY QUE IMPORTAR, PERO NO DOCENTES, SINO POLÍTICOS,
AUTORIDADES, GOBERNANTES…
Dr. Gerardo Roa
Ogando
Coordinador
Cátedra de Lingüística de la UASD
Desde el año 2012 hasta el presente, el Ministerio de Educación de la
República Dominicana (MINERD) y la Asociación de Empresas Industriales de
Herrera y Provincia Santo Domingo (AEIH) han estado proponiendo “que se
contraten educadores extranjeros calificados para suplir las necesidades
inmediatas de la educación nacional”. Por supuesto que esta pretensión es
irresponsable y oportunista, puesto que quienes en el país tienen una pizca de
racionalidad saben muy bien que el problema de nuestra educación no es de
nuestros profesores, sino que es del Estado Dominicano, un estado concebido
para que no funcione, para que la educación sea deficiente desde arriba hacia
abajo y para que no exista seguridad ciudadana en casi ninguno de los órdenes.
Aunque es justo reconocer los esfuerzos que ha venido haciendo el actual
presidente de la República Dominicana, para dignificar la calidad de vida de
los docentes, estos aún son insuficientes, puesto que los educadores
dominicanos siguen siendo utilizados como jornaleros, como cumplidores de un
horario, como echadores de días, y no como investigadores, como lectores
asiduos ni como libres pensadores. ¿De qué tiempo disponen los profesores
dominicanos para leer y reinventarse y en cuáles Bibliotecas? ¿Es suficiente un
solo empleo para un docente que necesita cubrir todas las necesidades básicas
de sus hijos y las propias? ¿Cuentan los docentes dominicanos con un seguro
social digno? ¿Pueden los profesores dominicanos propiciar condiciones
adecuadas para el aprendizaje con un aula compuesta por cincuenta y sesenta
estudiantes de antecedentes sociales disímiles, producto de la exclusión social
que caracteriza nuestro país?
Hace un mes estuve de visita en la Universidad de Sevilla (España) invitado
a observar la disertación doctoral de mi esposa. La estadía me dio la
oportunidad de visitar Bibliotecas, Librerías, Escuelas y, sobretodo, me brindó
la oportunidad de conversar sobre el tema de la educación europea con los
docentes de la Universidad de Sevilla, quienes en su momento fueron maestros de
la educación preuniversitaria española. ¿Cuántas horas trabajan los docentes españoles
a la semana? “Seis horas frente al grupo. El tiempo restante es para
investigar, leer y asesorar investigaciones”, respondieron, entre otras cosas,
los seis docentes con quienes almorzábamos. ¿Y es suficiente trabajar solo seis
horas para vivir dignamente? “Aquí ganamos, dependiendo de la categoría, entre
2000 a 2500 euros”. Tomé mi calculadora, y en unos instante les dije que esa
cantidad era equivalente a RD$ 104,000.00 y RD$ 130.000.00 pesos dominicanos,
respectivamente. Entonces, uno de ellos me preguntó que cuánto más o menos
ganaba un docente universitario en Rep. Dom. Le respondí que, igualmente,
dependía de la categoría profesoral y de la cantidad de secciones de clases.
Que para poder acercarse a cien mil pesos tenía que trabajar cuarenta horas de
clases a la semana. Esto, por supuesto, fue recibido con mucho asombro. Una
maestra dijo: “pero eso no es educación, y ¿a qué calidad educativa aspira ese
país?”.
Lo que he pretendido
ilustrar con la conversación sostenida con estos profesores de Sevilla, es que
el problema de la educación nacional no está en los profesores, sino en el Estado
Dominicano. No hay que ser muy inteligente para saberlo. De lo contrario
¿trabajarán los docentes extranjeros bajo las mismas circunstancias que
trabajan los dominicanos (cuarenta horas de clases, sueldo cebolla, viviendo en
un barrio bullicioso, sin tiempo ni condiciones favorables para leer?
Si no los van a traer
bajo las mismas condiciones, en todos los órdenes, queda claro que el interés
no es transformar la educación dominicana, y que en el país sí hay dinero para
pagarles a ellos mucho dinero. Antes me había preguntado: ¿Es posible traer
pingüino al Caribe y, por ello, suponer que nuestras Antillas Mayores se
convertirán en el Polo Norte? (A propósito, se dice que Trujillo trajo al país
camellos, pero no soportaron las hostiles condiciones y murieron).
Hablemos ahora de la
seguridad social que ofrece el Estado dominicano a los docentes, y a todos los
ciudadanos. El gobierno engancha –no educa para ello – a La Policía y a La Guardia
a un ciudadano común, en la mayoría de los casos con muy baja formación
ciudadana. Le asigna un arma de reglamente y un sueldo menor a cinco mil pesos
mensuales. Paradójicamente, ese nuevo policía tiene una mujer, a veces mujeres
e hijos. ¿A qué lo está mandando en Estado? Hice esa pregunta a un grupo de
cuarenta alumnos de la UASD y todos sin excepción alegaron que “es imposible
que una persona honrada pueda decidir engancharse a militar. Solo si es
delincuente lo haría para poder conseguir el pan, para poder vivir atracando
con su arma, o alquilándola a otros delincuentes para que le paguen un
porcentaje”. ¿No es a esto que se debe que en múltiples ocasiones cuando
ocurren atracos y grandes tumbes se mencionen a militares de alto y bajo rango?
¿A cuántos maestros y alumnos les han arrancado la vida los delincuentes?
Incluyendo los delincuentes políticos, de poder, a propósito del vil asesinato
del ex Rector Dr. Mateo Aquino Febrillet, hace menos de un mes, un hombre de
paz.
¿Entonces la educación
dominicana no funciona porque nuestros docentes son deficientes? Claro que no. El
docente dominicano es mago, porque en medio de tantas incoherencias sociales y
académicas funciona como puede. Es el Estado el que no funciona y son nuestros
políticos, quienes nos gobiernan, los deficientes, los pusilánimes y los permisivos,
violadores de la ley y constructores históricos de un Estados fallido, porque
no les importa el futuro de su país, les encanta el desorden porque sacan
provecho económico de forma inmediata de este.
En conclusión, hay que
importar, pero no docentes, sino políticos y gobernantes. El país es deficiente
porque quienes nos gobiernan, quienes nos dirigen, son deficientes en grado
superlativo.