miércoles, 20 de julio de 2016

TEMÁTICA: ANÁLISIS DEL DISCURSO


AÑO 2/No 2/20 de Julio de 2016
 
Análisis del discurso ideológico que subyace en la novela "El Masacre se pasa a pie" de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana (1930-1960)

 Mtro. Elpidio Antonio Canela Amarante
Resumen:

En el presente artículo analizamos el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana (1930-1960); según la tesis que sustenta nuestra reflexión, en esta novela, subyace un discurso ideológico que pretende conciliar tres tipos de valoraciones de Haití y de los negros haitianos que habitaban la frontera: la primera, expresada en la literatura popular de la época (Juan Antonio Alix y Domingo Moreno Jimenes), que los ve como una amenaza para la soberanía nacional o bien como gente con la que hay que vivir obligados por las necesidades comunes; una segunda, que expresa los intereses de los grupos de poder político y económico de tipo urbano, defendidos por Trujillo y los intelectuales al servicio del régimen (Peña Batlle y Joaquín Balaguer), que considera al negro haitiano como un factor de degradación social y moral, que contamina la supuesta raza hispana; la tercera se refiere a la propia valoración antropológica del autor, que presenta su novela como un testimonio, donde se concibe tanto a los negros haitianos como a los dominicanos pobres abandonados en la frontera, como seres humanos, víctimas de las circunstancias y de la dictadura trujillista, que intentan sobrevivir en un contexto geográfico, social y cultural de extrema hostilidad. Al final de la matanza, los grandes perdedores no son solamente los negros asesinados, sino las sociedades haitiana y dominicana, víctimas del odio racial y de un discurso ideológico perverso.

 

Palabras claves: Discurso ideológico, genocidio, dictadura, racismo, historia oficial, historia alternativa.

 

AN ANALYSIS OF THE IDEOLOGICAL DISCOURSE UNDERLYING THE NOVEL EL MASACRE SE PASA A PIE, BY FREDDY PRESTOL CASTILLO, ON THE HAITIAN GENOCIDE OF 1937 IN THE DOMINICAN REPUBLIC (1930-1960)

 

Abstract:

 

In this article we will analyze the ideological discourse that underlies the novel El Masacre se Pasa a Pie, by Freddy Prestol Castillo on the Haitian genocide of 1937 in the Dominican Republic (1930-1960); according to the thesis that supports our analysis, in this novel underlies an ideological discourse that attempts to reconcile three types of evaluations of Haiti and of the black Haitians who live in the border region: the first, expressed in the popular literature of the times (Juan Antonio Alix and Domingo Moreno Jimenes), that sees them as a threat to the national sovereignty or as people whom one is obliged to live with due to common necessities; a second, that expresses the interests of the groups with the economic and political power from the urban centers, defended by Trujillo and the intellectuals at the service of the regime (Peña Batlle and Joaquín Balaguer), who considers the black Haitian as a factor of social and moral abasement that contaminates the supposed Hispanic race; the third refers to the actual anthropological evaluation of the author, which presents the novel as a testimony, in which the black Haitians as well as the poor Dominicans abandoned in the border region are conceived as human beings, victims of circumstances and of the dictatorship of Trujillo, which they are attempting to survive in a geographic, social, and cultural context of extreme hostility. At the end of the massacre, the great losers are not only the killed blacks, but also the Haitian and Dominican societies, victims of a perverse ideological discourse.

 

Key Words: Ideological discourse, genocide, dictatorship, racism, official history, alternative history.


INTRODUCCIÓN

 

Como trabajo final de la asignatura Nuevos enfoques en el análisis del discurso, nos proponemos elaborar una reflexión acerca del análisis del discurso ideológico que subyace El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana (1930-1960).

 

Cuando la República Dominicana se independiza de Haití en 1844 y durante los años que pasaron desde el final de la Primera Ocupación Militar Norteamericana en Santo Domingo (1916-1924), la frontera domínico-haitiana ha sido escenario de comercio y conflictos entre personas de ambos países, en una convivencia que dio lugar a valoraciones, prejuicios y temores con respecto a la cultura negra que bien podría calificarse de discurso ideológico, expresado de forma significativa en la poesía popular; luego del Genocidio Haitiano de 1937, los intelectuales al servicio del régimen trujillista procuraron justificar la matanza de negros destacando lo negativa de la relación con el vecino país, como sociedad y como raza, dando lugar a una serie de pronunciamientos y escritos que conforman un discurso ideológico antihaitiano y racista, esta versión de los hechos ha pasado a ser aceptada generalmente como la historia oficial. La novela que escribió Freddy Prestol Catillo sobre las circunstancias que envolvieron la matanza de negros en la frontera domínico-haitiana recoge elementos de la literatura de su tiempo y plantea otra versión de los hechos que bien podría ser considerada como una historia alternativa a la historia oficial, aunque también en la novela subyace un discurso ideológico. En este artículo buscamos dar respuesta a la pregunta: ¿qué características tiene el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana? Y la respuesta que aportemos debe estar en consonancia con las distintas valoraciones que hace la literatura de la época sobre Haití y los negros haitianos, y comparando los valores humanos que aporta la novela frente a los intereses políticos, económicos y sociales que defiende la dictadura de Trujillo.

 

En nuestra reflexión, partimos de un supuesto, según el cual en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, subyace un discurso ideológico sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana, que pretende conciliar tres tipos de valoraciones con respecto a Haití y los negros haitianos que habitaban en la frontera común a los dos países: una primera, expresada en la literatura popular de la época, que los ve como una amenaza para la soberanía nacional, y, en el mejor de los casos, como gente con la que hay que vivir obligados por las necesidades comunes; una segunda, expresada en el pensamiento y las acciones de los grupos de poder político y económico de tipo urbano, que ve en cada negro haitiano un elemento de contaminación de la raza, degradación social y moral; y la propia del autor de la obra, que los presenta como seres humanos víctimas de las circunstancias, que deben sobrevivir en un medio geográfico, social y cultural de extrema hostilidad.

 

Las preguntas que sirven de guía a nuestra reflexión y que nos comprometemos a responder mediante la investigación bibliográfica, son las siguientes: ¿cuáles son las características generales del discurso ideológico sobre Haití y los negros haitianos en la literatura dominicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX?, ¿qué plantea el discurso ideológico de la historia oficial elaborada por el régimen trujillista, Peña Batlle y Joaquín Balaguer sobre el Genocidio Haitiano de 1937?, y, ¿cuál es el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana?

 

Esta investigación puede ser de interés para comprender la dinámica de las relaciones entre nuestro país y el vecino, puesto que el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominica marcó de forma drástica el futuro de la relación entre ambos países. Conocer los antecedentes culturales detrás de la persecución, apresamiento y matanza de negros, los intereses que fundamentan los pronunciamientos y escritos aportados por los intelectuales del régimen trujillista en apoyo y como justificación de los hechos, así como la versión antropológica alternativa que aporta la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, pueden ayudar a comprender el presente y futuro de la relación entre estos dos países, necesaria e inevitable.

 

Con la realización de esta investigación y la redacción del artículo, pretendemos lograr los siguientes objetivos: describir las características generales del discurso ideológico sobre Haití y los negros haitianos en la literatura dominicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, explicar el discurso ideológico de la historia oficial elaborada por el régimen trujillista, Peña Batlle y Joaquín Balaguer sobre el genocidio haitiano de 1937, y, analizar el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana. El logro de estos objetivos será revisado al final del trabajo.


 

I. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL DISCURSO IDEOLÓGICO SOBRE HAITÍ Y LOS NEGROS HAITIANOS EN LA LITERATURA DOMINICANA DE FINALES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX

 

La literatura popular de las primeras tres décadas del siglo XX recoge el sentir de los sectores urbanos pobres y de los pobladores de las extensas regiones rurales del país. Las décimas de Juan Antonio Alix y los poemas de Domingo Moreno Jimenes, expresan un discurso ideológico de tipo oral en el cual, a grandes rasgos, se valora al vecino país de Haití y a los negros haitianos como una amenaza para la soberanía nacional y se les considera gente con la que hay que vivir obligados por las necesidades comunes que nos afectan.

 

En la elaboración de este apartado tomamos algunas anotaciones de Diógenes Céspedes, que corresponden a un artículo publicado en Acento (2015), con el título Origen de los conflictos domínico-haitianos a través de los discursos históricos-literarios (según los textos literarios), en el cual comenta las décimas El dominicano y el haitiano, y Al pueblo dominicano, de Juan Antonio Alix, así como también el poema El haitiano, de Domingo Moreno Jimenes.

 

1.1 Juan Antonio Alix (1833-1918)

 

El dominicano y el haitiano (1961) es una décima larguísima, algo así como un pequeño curso sobre la historia de Haití en forma de diálogo entre un dominicano y un haitiano, abarca temas que van desde el gobierno de Toussaint hasta el de Boisrond Canal.

 

Dice el autor del artículo que “este texto de Alix es un mito de poder y una ideología de la supremacía dominicana sobre Haití como pueblo de brujos opuesto al catolicismo de los dominicanos”.

 

En la novela El Masacre, se hace alusión a esta ideología de supremacía de lo dominicano, aunque el autor alterna expresiones de este tipo con otras que expresan la superioridad de los negros y de la cultura haitiana en lo que respecta a su capacidad para el trabajo manual, así como su relación con el misterio de lo sobrenatural. Para la comprensión de esos elementos culturales haitianos presentes en la novela es conveniente estudiarlos como parte de la literatura popular, especialmente en las décimas de Alix. Pero, ¿qué tan fiables son los conocimientos del decimero popular sobre Haití y los negros haitianos? Dice Diógenes Céspedes, con respecto a la décima El dominicano y el haitiano, que:

 

Es una pequeña etnografía y antropología escritas por un representante de la clase pobre como era Alix, pero con prestigio social y literario (había sido cabo del Ejército durante las guerras contra Haití). Estas décimas de tema haitiano versan acerca de cómo veía al vecino país y a sus habitantes en el siglo XIX y principio del XX. Esa misma visión la tenían las clases sociales del Cibao y del resto del país (Céspedes, 2015).

 

De acuerdo con Céspedes, la décima de Alix recoge muchos elementos del folclore haitiano que nos ayudan a comprender la novela, pero también expresa el pensar del dominicano común con respecto a nuestros vecinos negros, ya que “todos los clichés usados por los dominicanos para discriminar a los haitianos están contenidos en la décima El dominicano y el haitiano, ya citada”.

 

En el mismo artículo, Céspedes pasa a comentar otro tema contenido en la décima Al pueblo dominicano (1982), la cual expresa la idea del eterno miedo a las invasiones haitianas, tema recurrente en la novela El Masacre.

 

En la décima “Al pueblo dominicano”, distinta a la del título homólogo y escrita en contra de Alejandro Woss y Gil. Ante los rumores de la invasión del presidente Lisias Salomón, Alix recupera la memoria de las armas dominicanas vencedoras de las haitianas en todas las contiendas desde 1844 hasta la última invasión de Soulouque en 1856 y enarbola la política de paz que siempre ha primado en el país con respecto a Haití: “Y todos sin distinción/Como dignos ciudadanos, /Iremos lo más ufanos/Con afilados machetes, /para trozar a las huestes/De los intrusos haitianos.” (p. 19). Es importante este rescate del machete, pues fue el arma favorita de los dominicanos en contra de los invasores haitianos y también en contra de los españoles durante la guerra de la Restauración, lo mismo en Cuba, donde Máximo Gómez lo llevó como arma favorita y temible en la guerra de guerrilla que libró en contra de los colonialistas españoles, estrategia copiada de Ramón Mella, el inventor de la guerra de guerrillas en nuestro país (Céspedes, 2015).

 

El fragmento de la décima que acabamos de leer y el comentario acerca del uso del machete en distintos momentos de la historia dominicana, nos pone en la perspectiva de los conflictos constantes de la convivencia entre haitianos y dominicanos. Una convivencia impuesta por las circunstancias y, en determinadas coyunturas históricas, también necesaria.


 

1.2 Domingo Moreno Jimenes (184-1986)

 

Si bien Céspedes considera a Juan Antonio Alix entre tosco e irónico en su valoración de Haití y los negros haitianos, respecto a Domingo Moreno Jimenes dice que es más considerado y amigable. No obstante, cuando se refiere al poema El haitiano (1979), dice el autor del artículo que Moreno Jimenes:

 

Continúa la tradición de Juan Antonio Alix. Ofrece una perspectiva bonachona, ingenua, propia de las clases populares que conviven con haitianos en toda la geografía del país, sobre todo en el área de los ingenios azucareros. Pero es preferible a la visión de los intelectuales y políticos prohispanos, para quienes el haitiano es portador de todas las taras inimaginables que estudié en lo que llamo los tres bloques ideológicos con que la mayoría de los dominicanos aprendió, desde la colonia hasta hoy, a ver, oír y concebir al Otro, o sea, al haitiano. Son los poetas quienes van a reconocer y dotar al haitiano de su estatuto de sujeto, luego de un largo proceso de reflexión (Céspedes, 2015).

 

Alix conoce Haití desde adentro y a los negros haitianos en su convivencia con los dominicanos pobres y rurales. Moreno Jimenes conoce al haitiano obrero, que vende su fuerza de trabajo a los ingenios azucareros y convive con otros dominicanos trabajadores en una relación basada en la solución de necesidades mutuas. En esta visión del negro haitiano que presenta el poeta se dan valoraciones parecidas a las de Alix, aunque mucho más benévolas que las pertenecientes a la clase dominante del sector urbano.

 

Este breve recorrido por la valoración de Haití y de los negros haitianos en el imaginario popular expresado en las décimas de Juan Antonio Alix y Domingo Moreno Jiménez nos prepara para comprender la influencia de esas ideas en la novela.

 

1.3 Freddy Prestol Castillo y la creación de El Masacre se pasa a pie

 

Existe una estrecha relación entre la biografía del autor y su obra, de hecho, en la narración se da por supuesto que el autor y el narrador son la misma persona. Sobre su conocimiento acerca de los conflictos fronterizos es importante saber que Prestol Castillo “dedicó mucho tiempo al estudio de las relaciones entre la República Dominicana y Haití, destacándose como un fervoroso analista de los problemas fronterizos, en cuyo accionar dejó brillantes investigaciones sobre Neiba y otras comunidades del Sur Profundo” (Saba, 2015). Este conocimiento sobre los conflictos fronterizos se convierte en testimonio en cuanto le sirven de base al autor para narrar los hechos de violencia que presenció estando en la frontera. El carácter testimonial de El Masacre marca una diferencia significativa entre esta y otras obras de Prestol Castillo.

 

En su producción literaria en el campo de la narrativa figuran sus cuentos La Tragedia de Juan Marte, El Buey Cabo e Vela, Tierra y Herejía de Venancia la mala, y las novelas Pablo Mamá y El Masacre se pasa a pie, esta última publicada en el año 1973 cuyo contenido resalta los elementos históricos en las relaciones domínico-haitianas, fundamentada en experiencias autobiográficas durante la matanza de los haitianos por disposición del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, a partir del 2 de octubre de 1937, la cual logró una acogida sorprendente, tanto que en su primer año de publicación hubo que realizar varias ediciones y que a posteriori se convirtiera en uno de los libros dominicanos que más atención ha recibido de la crítica nacional y extranjera (Saba, 2015).

 

Algunos críticos ponen en dura que la novela sobre el Genocidio Haitiano se haya escrito a medida que ocurrían los hechos, nuestro parecer es que, posiblemente el autor haya elaborado un primer borrador como testigo presencial y que posteriormente lo haya pulido como narrativa literaria, aunque, de no ser así, esto no le resta valor testimonial y de denuncia. “La periodista y escritora Ángela Peña (…) respecto de la obra El Masacre se pasa a pie, considera que es una novela testimonial, demostrativa, además, del compromiso del escritor con la vocación humanitaria y con las circunstancias que lo rodean” (Saba, 2015). De modo que, se haya escrito mientras ocurrían los hechos que narra o a posteriori, prevalece su valor testimonial y de denuncia, que es lo que nos interesa para este trabajo.

 

1.4 La novela El Masacre se pasa a pie y los datos que la vinculan al Genocidio Haitiano de 1937 como hecho histórico

 

Para establecer la relación de los hechos narrados en la novela con los que se enseñan como historia del país nos valemos de algunos datos que tomamos y ampliamos a partir del libro Manual de Historia Dominicana, de Frank Moya Pons (1997: 514-520).

 

El autor de El Masacre concentra en un espacio físico (Dajabón) las matanzas que se dieron en varias regiones de la República Dominicana. La matanza de negros haitianos se inició al sur de Dajabón la mañana del 28 de septiembre de 1937. Se intensificó el 2 de octubre y todavía continuaron el 15 de noviembre, aunque con menos intensidad; las últimas muertes registradas corresponden a febrero de 1938. En las zonas de Dajabón, La Vega, Bonao, Puerto Plata y Samaná, la matanza fue más intensa, en Azua y Barahona había menos población haitiana, aquí las muertes fueron más tardías y en menor escala. Se especula que perdieron la vida entre 12, 000 y 25, 000 personas negras, haitianos y dominicanos (Moya Pons, 1997: 519).

 

Algunos datos importantes en los que coinciden la Historia Dominicana y la novela de Freddy Prestol Castillo se refieren a las armas usadas para a matanza, los perpetradores y el destino de los bienes de los haitianos muertos. Los asesinatos se hicieron con machetes, cuchillos y palos para que pareciera una pelea entre campesinos dominicanos y haitianos. El autor de El Masacre se refiere al Genocidio Haitiano como el “corte” y a los perpetradores del mismo como reservistas, mientras la historia dice que quienes llevaron a cabo esta matanza fueron militares y algunos presos que obedecían órdenes de la dictadura trujillista, sin que se pudiera probar la participación de vecinos dominicanos. La novela y la historia coinciden también al señalar que los militares que reclutaban a los autores materiales de los crímenes, se adueñaron de las propiedades y el ganado de los haitianos asesinados.

 

II. DISCURSO IDEOLÓGICO DE LA HISTORIA OFICIAL ELABORADA POR EL RÉGIMEN TRUJILLISTA, PEÑA BATLLE Y JOAQUÍN BALAGUER SOBRE EL GENOCIDIO HAITIANO DE 1937

 

El discurso ideológico de la dictadura estuvo orientado a resaltar la persona y la labor de Trujillo. En sus modalidades oral y escrita, como proceso de construcción social y como producto, ese mismo discurso expresa la valoración de Haití y de los negros haitianos propia del pensamiento y los intereses de los grupos de poder político y económico de tipo urbano representados en la persona de Trujillo, en la lógica del poder totalitario se ve en cada negro haitiano un elemento de degradación social, moral y de contaminación de la supuesta raza hispana.

 

2.1 Propósitos del discurso ideológico

 

Los hechos de violencia a los que se refiere la novela El Masacre han sido estudiados y debatidos en distintos escenarios sociales y por distintas disciplinas del saber, especialmente por la historia, la sociología y la ciencia política. La dictadura de Trujillo ocupó a sus mejores intelectuales para elaborar una versión de los hechos favorable a sus propios intereses. Ese proceso intelectual y social de crear una versión de los acontecimientos de acuerdo a las ideas propias de un sector social de poder, así como la “verdad” resultante es a lo que algunos autores llaman discurso ideológico (Van Dijk, 1997 y 2005; Brown, G. y Yule, G., 1983).

 

Para abordar la forma en que la dictadura trujillista justificó la violencia contra miles de personas inocentes en el Genocidio Haitiano de 1937, en vez de seguir las pautas de los autores de mayor renombre internacional, nos apoyamos en algunas ideas contenidas en la obra Discurso Ideológico e Identidad Dominicana, de Diomarys Pérez (2015: 47-66). Según la autora, “las ideologías tienen unas funciones claves que le permiten jugar con la voluntad de los individuos y de los grupos, al tiempo que les permite perpetuarse” (p. 47). Es el caso de la dictadura trujillista, que se encargó de establecer en la sociedad bajo su dominio lo que debía asumirse como la “verdad sobre los hechos” y hacer de esa verdad algo incuestionable, que se estableciera como definitiva mediante su difusión y defensa.

 

La autora sostiene que la ideología tiene tres funciones, que son la legitimación, la racionalización y el ocultamiento (pp. 48-49).

 

Mediante la función de legitimación el trujillismo empleó los recursos de que disponía para defenderse de las acusaciones y convencer a la opinión nacional y extranjera de que las acciones violentas eran necesarias para la defensa de unos determinados valores.

 

Al emplear la función de racionalización, este sector de mayor poder político enfrenta los criterios éticos establecidos por Estados Unidos y Europa haciendo valer una explicación lógicamente congruente y estéticamente aceptable. En RD la violencia se justifica como medio para el establecimiento del orden y el progreso en una sociedad amenazada por la degeneración racial y moral.

 

El ocultamiento, como tercera función de la ideología, se hace evidente cuando quien ostenta el poder político justifica sus acciones enfocando una sola cara de los hechos. Trujillo y el trujillismo prefirieron abordar el Genocidio Haitiano desde el aspecto legal y económico, negándose a enfocar la violencia contra los negros haitianos desde el aspecto antropológico (asesinato de seres humanos, personas). Esta otra cara de la matanza será la que aborde Freddy Prestol Castillo en la novela El Masacre se pasa a pie, como una forma de oponer el testimonio al ocultamiento.

 

El ocultamiento se puede presentar de dos maneras diferentes, pero siempre con el mismo propósito: dejar en la sombra alguna cara de la verdad. El ocultamiento se sirve de las demás funciones dependiendo de la necesidad del momento. En otras palabras, el ocultamiento se encuentra implícito en las demás funciones, pues cuando se trata de legitimar acciones es porque se trata de ocultar alguna verdad. De igual forma cuando se trata de racionalizar acciones es porque se está ocultando alguna dimensión de la verdad (Pérez, 2015: 49).

 

Puede concluirse que la dictadura de Trujillo empleó con éxito la ideología y sus tres funciones de legitimación, racionalización y ocultamiento mediante el discurso ideológico para justificar el uso desproporcionado e irresponsable de la violencia contra gente inocente durante el Genocidio Haitiano de 1937.

 

2.2 Algunas apreciaciones generales sobre el Genocidio Haitiano de 1937, conocido también como la matanza o el corte

 

En el genocidio haitiano de 1937 se pueden distinguir tres posibles discursos: el primero tiene que ver con las circunstancias que dan inicio y sostienen la matanza de haitianos de 1937 en República Dominicana, el segundo es el discurso antihaitiano, no racista, con que se pretende justificar el rechazo hacia lo haitiano, y el tercero sería el discurso propiamente racista de rechazo hacia lo haitiano sustentado en una teoría sobre la superioridad y la inferioridad étnica.

 

El genocidio haitiano de 1937 comienza por iniciativa personal de Trujillo y se lleva a cabo por factores circunstanciales, tales como el temperamento arrogante y caprichoso del dictador, el temor al poder del tirano que lo ordenaba y el miedo generalizado ante un eventual atentado contra el gobierno dominicano y una posible invasión negra; una vez consumada la matanza, se justifica mediante el discurso político antihaitiano y racista de los intelectuales del trujillismo.

 

En torno al Genocidio haitiano de 1937 en la República Dominicana durante el régimen trujillista se crea un discurso discriminatorio contra Haití y el negro haitiano en el que se combinan sin confundirse tres aspectos importantes: la desconfianza de los dominicanos contra Haití como país invasor que podría apropiarse de la isla como lo había hecho anteriormente; el discurso político antihaitiano (Peña Batlle) que obedece a un proyecto nacionalista del régimen trujillista, y, el discurso racista contra lo haitiano (Balaguer) que lo considera una raza inferior que supone una amenaza para la sociedad dominicana.

 

2.3 Manuel Arturo Peña Batlle (1902-1954)

 

Se destacó como abogado, político, historiador y ensayista. Fue uno de los hombres que más influyó en el pensamiento político de la República Dominicana, durante los años de 1922 a 1950. La principal obra de Manuel Arturo Peña Batlle es la “Historia de la Cuestión Fronteriza Domínico-haitiana”. Asimismo, escribió “Orígenes del Estado haitiano”, “Las Devastaciones del 1605 y 1606”, “La Isla Tortuga”, y “La Rebelión del Bahoruco”. Como historiador fue minucioso en las investigaciones históricas. Durante la dictadura de Trujillo ocupó varios cargos públicos, incluido el de Secretario de Relaciones Exteriores. Y fue el ideólogo más influyente de la dictadura de Trujillo en relación a las relaciones con la República de Haití. Es autor del programa de Dominicanización de la región fronteriza. Su pensamiento puede considerarse antihaitiano, aunque no asume la postura racista de Balaguer.

 

2.4 Joaquín Balaguer (1906-2002)

 

Aunque en este apartado de nuestro trabajo nos interesa ver el papel de Balaguer en la creación de un discurso ideológico favorable a la dictadura trujillista con respecto al Genocidio Haitiano de 1937, consideramos relevante conocer su pensamiento desde antes de aquel acontecimiento. ¿Qué opinión tiene Balaguer de Haití y de los negros haitianos antes de 1937? En la búsqueda de una respuesta a esta pregunta, dimos con una nota que queremos compartir como parte de esta reflexión. Se trata de una publicación del joven Balaguer que data del 1927, reproducida por Ramón Pina Acevedo en un artículo publicado en el diario digital Hoy (2009) con el título Balaguer y sus profecías sobre el problema haitiano, y de la cual ofrecemos un fragmento:

 

Hasta ahora sólo nos ha preocupado el imperialismo angloamericano. Pero el imperialismo de Haití, irritante y ridículo, tenaz y pretencioso, conspira con mayor terquedad contra la subsistencia de nuestro edificio nacional, digno, sin duda, de más sólida y firme arquitectura. Haití como manifiestamente lo demuestran sus vinculaciones históricas con la Patria Dominicana, es una nación esencialmente imperialista. Todos los mandatarios de aquel país vecino han tenido y tienen todavía la obsesión de abatir la República con el acero de sus espadas imperiales. El sueño de la isla una e indivisible es una pesadilla que ha echado ya hondísimas raíces en el África tenebrosa de la conciencia nacional haitiana. Somos pueblos vecinos, pero no pueblos hermanos. Cien codos por encima de la vecindad geográfica se levantan la disparidad de origen y los caracteres resueltamente antinómicos que nos separan en las relaciones de la cultura y en las vindicaciones de la Historia. De ahí que no creemos en la mentirosa confraternidad dominico-haitiana. En el Palacio Presidencial de Haití han habitado y habitan los peores enemigos de la viabilidad de nuestro ideal republicano. Por eso, la obra de más empeño cívico, después de la creación de la República, es y será la colonización del litoral fronterizo (Balaguer, 1927).

 

Además del contenido literario que expresa el texto, se puede apreciar la valoración de Haití y de los negros haitianos en el pensamiento de Balaguer antes de ser parte del trujillismo. Cuando ocurre el Genocidio Haitiano de 1937, ya Balaguer forma parte del aparato intelectual del régimen y desempeña sus labores como Subsecretario de Estado de Relaciones exteriores. Aunque no disponemos de algún documento suyo en el que se refiera a la matanza, sabemos que, por su cargo político, tuvo alguna participación de tipo burocrático.

 

Joaquín Balaguer, aquel canciller bisoño a quien tocó lidiar, en 1937, con aquella matanza que él mismo minimizó, rubricando con su firma que sólo se trató de incidentes fronterizos, dictó su propia sentencia: Los haitianos son un pueblo más homogéneo, racialmente, por lo que acabarán imponiéndose a los dominicanos (García, 2012).

 

La novela El Masacre, contiene varias alusiones al modo como los funcionarios del régimen trujillista tergiversaron los hechos para crear su “versión oficial” (Prestol, 1973: 49-50). A partir del Genocidio Haitiano de 1937, se desata “una auténtica campaña racista anti haitiana liderada por Manuel A. Peña Batlle, el Dr. Joaquín Balaguer, Manuel de Jesús Troncoso de la Concha, y otros “pesos pesados” de la pluma criolla (Silvestre, 2014).

 

III. DISCURSO IDEOLÓGICO QUE SUBYACE EN LA NOVELA EL MASACRE SE PASA A PIE, DE FREDDY PRESTOL CASTILLO, SOBRE EL GENOCIDIO HAITIANO DE 1937 EN LA REPÚBLICA DOMINICANA

 

En este último apartado de nuestro trabajo exponemos el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre, que, según nuestra tesis, pretende conciliar tres tipos de valoraciones de Haití y de los negros haitianos que habitaban la frontera. Primero presentaremos la valoración correspondiente a la literatura popular de la época (Juan Antonio Alix y Domingo Moreno Jimenes), que ve a los negros tanto como una amenaza para la soberanía nacional, como simplemente un tipo de gente con la que hay que vivir obligados por las necesidades comunes y a pesar las diferencias culturales; luego expondremos la valoración según los intereses de los grupos de poder político y económico de tipo urbano, defendidos por Trujillo y los intelectuales al servicio del régimen (Peña Batlle y Joaquín Balaguer), que consideran al negro haitiano como un factor de degradación social y moral, que contamina la supuesta raza hispana; finalmente aportaremos una reflexión sobre la valoración antropológica que presenta el autor como alternativa a las dos primeras, en la que se concibe tanto a los negros haitianos como a los dominicanos pobres abandonados en la frontera, como seres humanos, víctimas de las circunstancias y de la dictadura trujillista, que intentan sobrevivir (aunque de hecho son exterminados), en un contexto geográfico, social y cultural adverso.

 

3.1 Valoración de Haití y los haitianos en la literatura popular de la época

 

En lo sucesivo, para referirnos a las frases textuales y a las ideas contenidas en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, solo indicaremos el número de página, que corresponden a l primera edición de 1973.

 

Recordemos que en la décima El dominicano y el haitiano (1961) de Juan Antonio Alix, se expresaba una ideología de la supremacía dominicana sobre Haití. Pue, en la novela (p. 71ss) el autor emplea de forma recurrente expresiones que reflejan esta misma idea de la superioridad del criollo dominicano y la inferioridad de los negros haitianos, como prejuicio de la gente común.

 

Tanto la poesía popular como los textos de historia dominicana (Moya Pons) hacen referencia a la vida en la frontera como una sociedad autónoma, al margen de las leyes que rigen al Estado dominicano. La novela, vuelve una y otra vez sobre la imagen de Dajabón y los pueblos fronterizos como tierra sin ley, ajena a las normas del Estado dominicano. En la frontera, lejos de la ciudad, el comercio con Haití era libre (p. 38).

 

La otra décima de Alix titulada Al pueblo dominicano (1982), mencionada en este trabajo, recoge el temor generalizado de la población criolla a una posible invasión de los haitianos que llegan para apoderarse del territorio dominicano. En la novela se refleja esa misma idea en las voces y pensamientos de los personajes. El viejo haitiano que sueña con la idea de un Haití imperialista que quiere unir los dos países de la isla Hispaniola bajo su gobierno (p. 59).

 

El poeta Domingo Moreno Jimenes, en su composición titulada El haitiano (1979) habla de los negros haitianos y de los dominicanos como personas que conviven en forma más o menos pacífica, obligados por la misma situación de pobreza. Esta convivencia de miseria compartida la vemos en Juan Nazario, personaje que, en la novela, expresa la actitud del dominicano que vive con una mujer haitiana, con la que ha procreado una familia (p. 60-63).

 

La convivencia entre campesinos dominicanos y haitianos en la frontera se ve afectada por conflictos relacionados al robo de ganado y de víveres. Tanto la poesía de la época como la historia dominicana mencionan el cuatrerismo como una de las principales causas de conflictos violentos. A esto se agrega la idea del haitiano brujo, relacionado con lo sobrenatural. La novela recoge estas ideas del imaginario popular y recrea situaciones como el caso del “patú” y el “bocó”, que expresan esa idea de que los haitianos son todos brujos (pp. 74-78).

 

El robo de ganado y de víveres junto con las creencias en la brujería, hacen que en algunos dominicanos surjan sentimientos de odio y frustración hacia Haití y los haitianos que en la novela se expresan con palabras muy duras (p. 81. 84).

 

3.2 Valoración de Haití y los haitianos según los intereses de los grupos de poder político y económico de tipo urbano, defendidos por Trujillo y los intelectuales al servicio del régimen

 

La dictadura considera al negro haitiano como un factor de degradación social y moral, que contamina la supuesta raza hispana, usa los prejuicios anti haitianos del pueblo llano, los refuerza y los transforma en frases de sentido patriótico y nacionalista que les sirven de motivo ideológico a los militares y reservistas que ejecutaron el “corte”.

 

La ideología antihaitiana y racista es común a toda la sociedad dominicana a lo largo de su historia, pero tiene distintos matices según se trate del contexto rural o del urbano. En este último adquiere connotaciones más peligrosas e inhumanas por ser menor la convivencia, mientras que en el primero la convivencia frecuente, necesaria y obligatoria relativiza los sentimientos de rechazo.

 

Para los dominicanos de la ciudad, la frontera haitiana parece algo ajeno. En la novela se muestra cómo el maestro que enseña “Geografía Patria”, no conocía su país, era extranjerizado en sus preferencias: “esos pueblos deben ser insoportables” (p. 15. 17-18. 73). La extrañeza se debe, en buena medida a la diferencia en las condiciones materiales de vida. Pensemos, por ejemplo, en el pueblo donde nació el abogado protagonista de la historia, que poco o nada tiene que ver con Dajabón, el pueblo de la frontera donde lo asigna el gobierno. El auge económico y cultural de San Pedro de Macorix (pp. 16-17) es la antítesis de los pueblos fronterizos. Lo cual no quita que algunos de los dominicanos que se van a vivir en la línea fronteriza mantengan actitudes similares a la gente del medio urbano. En la novela se ilustra esta situación con algunos casos de dominicanos que viven en la frontera rural (al margen de cualquier sentimiento nacionalista), con las mismas actitudes que los de la ciudad: viven del trabajo que hacían los negros haitianos sin que les interesara saber qué es la República Dominicana (p. 25).

 

El temor a la degradación de la supuesta raza hispánica por la mezcla entre dominicanos y haitianos era un tema común en los intelectuales del régimen trujillista (Balaguer, 2013: 53-59), y en la novela se recoge esta idea para crear situaciones en las que, la desgracia del hombre dominicano es haber procreado familia con una mujer haitiana (p. 26).

 

La sistematización de la ideología antihaitiana y racista se da en medio urbano e intelectual al servicio del régimen trujillista. La gestación de una ideología de rechazo hacia lo negro es más efectiva cuando se alimenta de las mismas ideas del pueblo llano y rural. Sobre la base de los prejuicios generales se justifica el Genocidio Haitiano de 1937 como una venganza histórica: “Haití degolló, fusiló, hostigó sin piedad, al pueblo dominicano (p. 72. 84). Otra idea que se toma del mismo pueblo para justificar la matanza es el miedo a una invasión. Una idea que ya había recogido Juan Antonio Alix en su décima El dominicano y el haitiano (1961), y que es reforzada en favor de la ideología xenófoba de la dictadura (p. 53).

 

Los campesinos de la frontera hubieran sido incapaces de desatar la violencia del “corte” por iniciativa propia, la idea y la ordenanza viene directamente del absolutismo político. La dictadura trujillista reclutaba hombres bajo cualquier pretexto para ocuparlos en la matanza, había liberado a presos por asesinato para realizar el corte, (p. 33. 67). Y aun en la realización de la carnicería humana se percibe voracidad insaciable de la dictadura: los militares y políticos se apropian de los bienes que dejan los haitianos. “Un monstruo insaciable” (p. 46. 87).

 

Un punto de interés para la reflexión es la naturalidad con la que los representantes del régimen admiten antihaitianismo. Por parte del gobierno y de los sectores de poder político y económico de tipo urbano se reconoce el rechazo hacia los negros haitianos, pero se justifica porque también hay racismo en Haití, entre los mulatos ricos y los negros pobres (p. 80), un argumento infalible para justificar cualquier acción violenta contra los inmigrantes negros.

 

Otro punto a destacar es la astucia con la que proceden los autores intelectuales del Genocidio Haitiano de 1937. En todo momento se percibe una doble moral que corrompe la conciencia de los militares y reservistas que ejecutan el “corte” (p. 92). Y una vez realizado el trabajo sucio, la dictadura hace uso del poder político para construir un discurso ideológico que explique, reste importancia y justifique los asesinatos. La misma lógica de la astucia se emplea para la elaboración de una historia oficial de los hechos (p. 104. 115-117. 119).

 

En la parte final de la novela se hace presente la imagen del general, que antes solo se percibía como un ser omnipotente que mueve los hilos de las personas y de la historia. Ahora aparece como un ser sobrenatural para agradecer a los reservistas y regalarle 10 pesos a cada uno: el pago por hacer la parte sucia del trabajo, un pago ruin para gente insignificante (p. 120). La cercanía del “jefe” les infunde a los reservistas una idea perversa del poder: ahora ellos se consideran jefes en la aldea, ahora están por encima del bien y del mal (p. 121).

 

En la lógica del poder totalitario nada sucede por azar, todo parece tener un propósito. El poder político urbano del régimen trujillista ha limpiado la frontera de la presencia haitiana, ha limpiado el nombre del gobierno mediante la elaboración de una versión oficial favorable; ahora usa los campos que han quedado abandonados como lugar de exilio forzado para los campesinos pobres que no tienen otra opción y para la escoria humana de la ciudad, todos ganan (p. 123-125).

 

Una reflexión final recoge la idea de que nadie puede ir contra el régimen y vivir para contarlo, quien no está a su favor, está en contra, y a los que están en contra les va mal. Desde la perspectiva política de la dictadura, los protagonistas de la historia, el abogado y la maestra rural, aparecen como perdedores: ella debe irse al exilio y él sentenciado a 5 años de cárcel, en ambos casos, el motivo es por no complacer los dictámenes de la lógica totalitaria de Trujillo.

 

3.3 Valoración de Haití y los haitianos en la novela El Masacre se pasa a pie

 

Ante los prejuicios negativos de la gente contra Haití y los negros haitianos y la manipulación política que hace la dictadura de esos prejuicios a favor de sus ideas hispanizantes y de dominio absoluto, Freddy Prestol Castillo ofrece como alternativa la valoración antropológica de los haitianos y dominicanos igualmente víctimas de la dictadura trujillista.

 

La maldad del tirano y de la dictadura, engendra una ideología que infunde miedo, un temor que se contagia y transforma la personalidad y la conciencia de la gente común. La gente se convierte en títere de la dictadura y de su ideología perversa. Como si una voluntad superior moviera las acciones de hombres sin voluntad propia: unos matan, otros se dejan matar como algo inevitable. ¿Existe alguna razón o motivo para desatar tanta violencia y provocar tanto dolor?

 

Contra el miedo al supuesto imperialismo haitiano que quiere adueñarse de toda la isla, en la novela se expone en forma dramática, que son el hambre y la miseria los motivos por los que los haitianos cruzan la frontera (p. 73. 74).

 

En respuesta a la elaborada “versión oficial de los hechos” sobre el Genocidio Haitiano de 1937, el autor de El Masacre, pone en escena situaciones en las que se ve claramente que los militares y reservistas que efectuaron el “corte” lo hacían obedeciendo órdenes, obligados por las circunstancias, más que por odio, los habían convencido de que los haitianos eran una amenaza (p. 27. 102).

 

En toda la novela se percibe el terror que infunde la dictadura como el verdadero motor de los crímenes. Los que asesinan no pueden negarse y los negros mueren sin luchar: “los negros iban a cumplir una sentencia de muerte, sin protesta. Sabían que toda clemencia era imposible (p. 27-28). No se trata de típica lucha entre el bien el mal, los asesinos y los muertos son igualmente víctimas de una ideología perversa. Quizás sea este el núcleo de todo el discurso ideológico de la novela. Casi todos los que participaron en la matanza terminaron alcoholizados y locos, (p. 56. 58. 95. 97).

 

Estos reservistas retornan hoy a la aldea cansados, alcoholizados. Sientes fiebres y raras dolencias. Algunos morirán de forma inexplicable. Otros, como el Raso Patricio, enloquecerán. Después de “El Corte”, deambularon muchos locos en la aldea. Casi todos quedarían con los nervios destrozados. Habría monómanos, víctimas de insomnios; y en todos, la misma desolación. ¿Por qué han matado? (p. 102).

 

Los grandes perdedores del Genocidio Haitiano de 1937 fueron los pobres haitianos y dominicanos involucrados en la matanza irracional. “Aquella tropa tan desvencijada y sin fe, tan mártir como los mismos haitianos” (p. 46).

 

Queremos destacar como parte importante del discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, es la deformación moral de la gente común por influencia de una ideología perversa. El autor expresa esta idea en varios lugares de la novela y de distintas formas, aquí presentamos una como muestra: a los reservistas les prometieron bienes de tierra y ganado, pero no les cumplieron, así que se confabularon para denunciar al militar que los engañó. De modo que tienen valor para acusar al capitán que les negó un par de vacas y tierras, pero no para denunciar los crímenes que fueron obligados a cometer, (p. 112). En esa atmósfera de odio se vive un concepto perverso de justicia en el que las vacas son más importantes que las personas (p. 113).

 

En la novela se percibe una idea contraria a la tesis de Thomas Hobbes, la maldad no es propia de la naturaleza humana; los que ejecutan la matanza y luego los que crean una versión falsa e interesada de los hechos, han obrado mal, más que por odio, por ignorancia, por miedo y obligados por la pobreza.

 

En la lógica del poder absoluto, la jugada ha sido perfecta: han exterminado a los que representaban la barbarie, el atraso y el principal foco de contaminación racial y moral. Ningún detalle escapa a la lógica del poder absoluto. Sin embargo, el autor expresa en la novela que la gente que llega a ocupar el lugar de los negros asesinados y expulsados de la frontera, inicia un nuevo ciclo de violencia; las muertes que antes eran motivadas por hambre, por el robo de ganado y de yucas, ahora se deben a las luchas por adueñarse de las mejores tierras (pp. 125-126).

 

Desde la perspectiva antropológica del Freddy Prestol Castillo, la maestra rural que se ve forzada a exiliarse en Venezuela y el abogado que es sentenciado a 5 años de prisión por abandonar el cargo para el que había sido nombrado por el gobierno en la frontera, en vez de ser vistos como derrotas por no jugar el juego del régimen, son más bien valorados como triunfos morales: ella no se rindió ante las pretensiones perversas de los funcionarios y finalmente logró su libertad, y él pudo salvar los apuntes que había tomado sobre la matanza de haitianos en Dajabón, la novela, que ahora pasa a ser un testimonio sobre la verdad de los hechos.


 

CONCLUSIÓN

 

Al final de nuestro trabajo acerca del análisis del discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana, procedemos a revisar el logro de los objetivos que nos planteamos al inicio de nuestra investigación.

 

El primero de los objetivos que nos propusimos fue describir las características generales del discurso ideológico sobre Haití y los negros haitianos en la literatura dominicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Para el logro de este objetivo estudiamos las décimas El dominicano y el haitiano, y Al pueblo dominicano, del Juan Antonio Alix; estudiamos también el poema El haitiano, de Domingo Moreno Jimenes. Tras el estudio de estas composiciones líricas, propias de los sectores populares dominicanos, tanto de la parte periférica o marginada de las ciudades como de una amplia zona rural, pudimos constatar que en los años cercanos a 1937 existían en el imaginario popular de nuestro país algunos juicios valorativos claramente definidos con respecto a Haití y a los negros haitianos, de los cuales podemos destacar como ideas principales el sentido de superioridad de lo dominicano frente a lo haitiano, la creencia de que los haitianos “son brujos” y el miedo a una eventual invasión por parte de Haití. En las zonas próximas a los ingenios azucareros, la convivencia más o menos pacífica entre dominicanos y haitianos dio lugar a unos juicios de valor más benévolos hacia los negros. Estas ideas son recogidas por el autor de El Masacre, y las expone como un potencial motivo de discriminación y violencia.

 

El segundo de los objetivos propuesto consistía en explicar el discurso ideológico de la historia oficial elaborada por el régimen trujillista, Peña Batlle y Joaquín Balaguer sobre el Genocidio Haitiano de 1937. En el logro de este objetivo nos tuvimos que conformar con un mínimo, debido a lo complejo que resulta dar una explicación del discurso en pensadores como Peña Batlle y Joaquín Balaguer, debido a la amplitud de su obra. No obstante, destacamos como datos relevantes en los discursos ideológicos de estos intelectuales, primero que Peña Batlle fue el gran sistematizador del pensamiento antihaitiano del régimen trujillista, mientras que Balaguer aportó el elemento racista a ese pensamiento, destacando el origen hispano de la nación dominicana y el peligro que representaba la relación de nuestra gente con aquellos de origen africano. Estas ideas antihaitianas y racistas son aprovechadas por Freddy Prestol Castillo para explicar la forma en que la dictadura trujillista hizo uso de los juicios valorativos con respecto a Haití y de los negros haitianos presentes en el imaginario popular dominicano, primero para provocar y luego para justificar el Genocidio Haitiano de 1937.

 

El tercero y último de los objetivos que nos planteamos fue analizar el discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, de Freddy Prestol Castillo, sobre el Genocidio Haitiano de 1937 en la República Dominicana. El logro de este objetivo supuso un gran reto de reflexión e inducción. De acuerdo a la idea que habíamos adelantado en nuestra tesis, el autor de la novela elabora un discurso ideológico en el que pretende conciliar tres tipos de valoraciones de Haití y de los negros haitianos que habitaban la frontera. Primero presenta la valoración correspondiente a la literatura popular de la época (Juan Antonio Alix y Domingo Moreno Jimenes), que ve a los negros tanto como una amenaza para la soberanía nacional, como simplemente un tipo de gente con la que hay que vivir obligados por las necesidades comunes y a pesar las diferencias culturales; luego expone la valoración según los intereses de los grupos de poder político y económico de tipo urbano, defendidos por Trujillo y los intelectuales al servicio del régimen (Peña Batlle y Joaquín Balaguer), que consideran al negro haitiano como un factor de degradación social y moral, que contamina la supuesta raza hispana; finalmente aporta una reflexión sobre su propia valoración antropológica, que asimila y supera las dos valoraciones anteriores, aportando una concepción de los negros haitianos y de los dominicanos pobres abandonados en la frontera, como seres humanos, víctimas de las circunstancias y de la dictadura trujillista, que intentan sobrevivir en un medio geográfico, social y culturalmente adverso.

 

El núcleo del discurso ideológico que subyace en la novela El Masacre se pasa a pie, expresa con fuerza de testimonio literario que los asesinos y los muertos son igualmente víctimas de la ideología perversa de la dictadura de Trujillo.

 


 

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ANEXOS

 

DISCURSO IDEOLÓGICO QUE SUBYACE EN EL MASACRE: VALORACIÓN DE HAITÍ Y LOS NEGROS HAITIANOS
Tópico a destacar
Ideas generales
Contenido específico en la novela
Literatura popular de la época
Son una amenaza para la soberanía nacional
Gente con las que hay vivir obligados por necesidades comunes
Prejuicios sociales contra Haití y los haitianos: crítica, rechazo, odio, miedo… recogidos en la literatura popular de la época.
La inferioridad de los negros haitianos como prejuicio de la gente común, p. 71
La frontera como tierra sin ley, ajena a las normas del Estado dominicano. En la frontera, lejos de la ciudad, el comercio con Haití era libre, p. 38
Idea de un Haití imperialista que quiere unir los dos países de la isla Hispaniola bajo su gobierno, p. 59.
Juan Nazario: actitud del dominicano que vive con haitianos, ha procreado familia con ellos… p. 60-63
El caso del “patú” y el “bocó”: los haitianos son brujos, pp. 74-78.
En algunos dominicanos hay sentimiento de odio y frustración hacia Haití y los haitianos, p. 81. 84

 


 

 

DISCURSO IDEOLÓGICO QUE SUBYACE EN EL MASACRE: VALORACIÓN DE HAITÍ Y LOS NEGROS HAITIANOS
Tópico a destacar
Ideas generales
Contenido específico en la novela
Trujillo, intelectuales, sectores de poder político urbano
Contaminan la raza
Afectan a la degradación social y moral
La dictadura usa los prejuicios anti haitianos del pueblo llano, los refuerza en frases de sentido patriótico y nacionalista que les sirven de motivo ideológico a los militares y reservistas que ejecutaron el “corte”.
El maestro que enseña “Geografía Patria”, no conocía su país, era extranjerizado en sus preferencias: “esos pueblos deben ser insoportables” p. 15. 17-18. 73
Auge económico y cultural de San Pedro de Macorix, pp. 16-17.
Dominicanos que viven en la frontera rural, con las mismas actitudes que los de la ciudad: vivir del trabajo que hacían los negros haitianos, no les interesa saber qué es la RD, p. 25
Haitianos y dominicanos se mezclan, p. 26
Genocidio haitiano como venganza histórica: “Haití degolló, fusiló, hostigó sin piedad, al pueblo dominicano, p. 72. 84
Razones del “corte”: los negros quieren adueñarse del país y son ladrones, p. 53
La dictadura trujillista reclutaba hombres bajo cualquier pretexto para ocuparlos en la matanza, había liberado a presos por asesinato para realizar el corte, p. 33. 67
Voracidad insaciable de la dictadura: los militares y políticos de la dictadura se apropian de los bienes que dejan los haitianos. “Un monstruo insaciable”, p. 46. 87
Por parte del gobierno y de los sectores de poder político y económico de tipo urbano se el rechazo hacia los negros haitianos, pero se justifica porque también hay racismo en Haití, entre los mulatos ricos y los negros pobres, p. 80
La doble moral de la dictadura que corrompe la conciencia del ciudadano, p. 92
La dictadura hace uso del poder político para construir un discurso ideológico que explique, reste importancia y justifique el Genocidio Haitiano de 1937. Se elabora la historia oficial, p. 104. 115-117. 119
La imagen de Trujillo como alguien sobrenatural, aparece para agradecer a los reservistas y regalarle 10 pesos a cada uno: el pago por hacer la parte sucia del trabajo, un pago ruin para gente insignificante, p. 120
La cercanía del “jefe” les infunde a los reservistas una idea perversa del poder: ahora ellos se consideran jefes en la aldea, 121.
El poder político urbano del régimen trujillista ha limpiado la frontera de la presencia haitiana, ahora usa los campos que han quedado abandonados como lugar de exilio forzado para los campesinos pobres que no tienen otra opción y para la escoria humana de la ciudad, p. 123-125.
Desde la perspectiva política de la dictadura, los protagonistas de la historia, el abogado y la maestra rural, aparecen como perdedores: ella debe irse al exilio y él sentenciado a 5 años de cárcel, en ambos casos, el motivo es por no complacer al régimen de Trujillo.

 


 

DISCURSO IDEOLÓGICO QUE SUBYACE EN EL MASACRE: VALORACIÓN DE HAITÍ Y LOS NEGROS HAITIANOS
Tópico a destacar
Ideas generales
Contenido específico en la novela
Criterio antropológico del autor de la novela
Son seres humanos víctimas de las circunstancias, que deben sobrevivir en un medio geográfico y social de extrema hostilidad
Entre los prejuicios negativos de la gente contra Haití y los negros haitianos y la manipulación política que hace la dictadura de esos prejuicios a favor de sus ideas hispanizantes y de dominio absoluto, Freddy Prestol Castillo ofrece como alternativa la valoración antropológica de los haitianos y dominicanos igualmente víctimas de la dictadura trujillista.
Contra el miedo al supuesto imperialismo haitiano que quiere adueñarse de toda la isla, se plante que son el hambre y la miseria, los motivos por los que los haitianos cruzan la frontera, p. 73. 74
Los militares y reservistas que efectuaron el “corte” lo hacían obedeciendo órdenes, obligados por las circunstancias, más que por odio, los habían convencido de que los haitianos eran una amenaza, p. 27. 102
Los negros mueren sin luchar: “Los negros iban a cumplir una sentencia de muerte, sin protesta. Sabían que toda clemencia era imposible, p. 27-28.
Casi todos los que participaron en la matanza terminaron alcoholizados y locos, p. 56. 58. 95. 97.
“Estos reservistas retornan hoy a la aldea cansados, alcoholizados. Sientes fiebres y raras dolencias. Algunos morirán de inexplicable. Otros, como el Raso Patricio, enloquecerán. Después de “El Corte”, deambularon muchos locos en la aldea. Casi todos quedarían con los nervios destrozados. Habría monómanos, víctimas de insomnios; y en todos, la misma desolación. ¿Por qué han matado?, p. 102
Los grandes perdedores del Genocidio Haitiano de 1937 fueron los pobres haitianos y dominicanos involucrados en la matanza irracional. “Aquella tropa tan desvencijada y sin fe, tan mártir como los mismos haitianos”, p. 46
Los que matan son hombres pobres que esperan mejorar su situación, p. 28. 43-46
Familias que protegían y ocultaban a los negros, p. 32. 51-53
Haitianos nacidos en RD que sobrevivieron a la matanza y que emigraron hacia Haití sin conocer aquél país ni tener familias allá, p. 32-33. 48-49. 83.
Los involucrados en la matanza son como obreros del crimen… p. 43. 57
Reflexión del abogado, testigo del Corte: “Y todo esto acontece en una isla antillana dividida en dos países, en cada uno de los cuales existen sendos pueblos azotados por el hambre y por los látigos de los que los mandan”, p. 49

 


 

DISCURSO IDEOLÓGICO QUE SUBYACE EN EL MASACRE: VALORACIÓN DE HAITÍ Y LOS NEGROS HAITIANOS
Tópico a destacar
Ideas generales
Contenido específico en la novela
Criterio antropológico del autor de la novela
Son seres humanos víctimas de las circunstancias, que deben sobrevivir en un medio geográfico y social de extrema hostilidad
“El haitiano es un gitano negro bajo los cielos del Caribe. Su destino es caminar: huir de su tierra, que está llena de látigos, p. 55.
El caso de la maestra rural Ángela Vargas” y del abogado: al igual que otros tantos dominicanos, también son víctimas de la dictadura, p.65. 68
Haitianos que sobrevivieron a la violencia, comprenden que no todos los dominicanos son gente mala, p. 83
La miseria extrema hace relativo el valor de la vida, p. 85. 99
Deformación moral: a los reservistas les prometieron bienes de tierra y ganado, pero les cumplieron, así que se confabularon para denunciar al militar que los engañó. Tienen valor para acusar al capitán que les negó un par de vacas y tierras, pero no para denunciar los crímenes que fueron obligados a cometer, p. 112.
Se vive un concepto perverso de justicia en el que las vacas son más importantes que las personas, p. 113
El autor de El Masacre hace la propuesta de una narración literaria como denuncia de la maldad y crimen, p. 116
Contra la tesis de Thomas Hobbes, la maldad no es propia de la naturaleza humana; los que ejecutan la matanza y luego los que crean una versión falsa e interesada de los hechos, han obrado mal por ignorancia, por miedo y obligados por la pobreza.
La gente que llega a ocupar el lugar de los negros asesinados y expulsados de la frontera, inicia un nuevo ciclo de violencia; las muertes que antes eran motivadas por hambre, por el robo de ganado y de yucas, ahora obedece a las luchas por adueñarse de las mejores tierras, pp. 125-126
Desde la perspectiva antropológica del Freddy Prestol Castillo, la maestra rural que se ve forzada a exiliarse en Venezuela y el abogado que es sentenciado a 5 años de prisión por abandonar el cargo para el que había sido nombrado por el gobierno en la frontera, en vez de derrotas son triunfos morales: ella no se rindió ante las pretensiones perversas de los funcionarios y finalmente logró su libertad, y él pudo convertir los apuntes que había tomado sobre la matanza de haitianos en Dajabón en la novela que se ha de convertir en testimonio sobre la verdad de los hechos.

 

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